bajando las escaleras
de un salón rojo adornado.
Mirándome a los labios,
sonriendo a esta vida
que haces tuya y mía
en un suspiro.
Llegabas deslumbrando al
mundo,
con el pelo recogidoy las manos abiertas.
Y me abrazabas,
mientras todas las puertas
se cerraban para dejarnos a solas.
Y bailabas,
agarrándome por dentro,
del pecho a mi sonrisa,
con la prisa
y la calma
de un baile improvisado
que planeamos hace mucho tiempo.
Luego,
un ruido en la calle me
despista,me doy cuenta de que no hay música,
de que estamos solas en esta habitación,
de que no hay salón
ni ventanas.
Y de que me abrazas,
con los ojos cerrados
en silencio.
Aprendí,
hace tiempo,que me llenas y me desarmas,
que toda la música viene de ti,
y que cualquier metro cuadrado
puede ser pista de baile
si bailas a mi lado.
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Metáforas reversibles.
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