y no es un viento cualquiera.
Sabe a sal,
a nostalgia,
a tierra,
a faro de madrugada.
A camino sin cunetas,
a hierro,
a madera.
A paz,
a guerra,
a cuerpos hechos enredadera
que no recuerda la raíz.
Y yo,
que apenas he logrado amanecer,
me atrinchero en esta brisa
que se ha hecho casa de improviso.
Te vuelvo a mirar
con los ojos hambrientos de tu luz,
y las manos secas de no tocarte.
Me abrigo en este aire,
que me atraviesa y me dispara,y algo de mí se marcha
cuando deja de soplar.
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