historias
cortas
que
se
alargan
más
allá
del
cielo.
Hay historias largas que se cosen en un calendario, que visten los días
de rutina, y que al recordarse se resumen en un parpadeo.
Luego estamos nosotras,
que somos la antítesis de lo efímero
pero lo vivimos todo
como si mañana el sol no fuera a salir de nuevo.
Y habiéndote encontrado a ti,
no quiero ni historias ni excusas
ni cuentos.
Vamos a darle la vuelta al reloj de arena tantas veces
que los granitos se volverán polvo
y dejarán de estorbarnos
con su esencia a contrarreloj.
Así estoy;
como suspendida en un tiempoque me reinvento,
y que vuelve a nacer cada día de tu mano.
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El suspiro rojo de los atardeceres.
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