No quiero asustarme,
pero creo que esta tormenta
me va a pillar de lleno.
Viene de lejos,
¿escuchas los truenos?
Tiene la sonrisa pálida
de quien ha guardado por años un secreto
y lo cuenta en un susurro al mundo entero.
Arrasa con todo,
tiñendo la luz de un gris oscuro,
echando a volar los pájaros
que se levantan al unísono
de las jaulas del miedo.
Acabará por cubrirme de agua,
por hacerme naufragar en su destello.
Y sin embargo y aún sabiéndolo,
aquí me quedo.
Con las mangas arremangadas,
los suspiros de punta
y los pies descalzos.
A mí siempre me habían dicho que el mundo era naufragio,
sin avisar de lo bonita que era la tormenta
y de lo precioso que resulta a veces naufragar.
Siempre que seas tú la lluvia que me moja y me alimenta
y la roca que me rescatará de la caída cuando me vea llegar.
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Metáforas reversibles.
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