con la sorna del que ya sabe su respuesta
antes de escuchar,
de qué me sirve la poesía.
Hasta el tren ha soltado un suspiro
en forma de chasquido
y se ha quedado mudo.
Claro,
la poesía no da
dinero.No te construye un castillo,
no te invita a la fama.
La poesía no llena los bolsillos
de billetes tan reales como falsos,
de ambiciones tan abrumadoras como ciegas.
Y por eso,
la poesía no sirve para nada.
Pero os diré,
como ya dije esta mañana,
que la poesía vale todo lo que queramos que valga.
Vale un salto al mar sin salir de la cama;
vale una trenza de recuerdos
hecha red,
donde sólo se pescan metáforas;
vale porque explica que dos y dos son tres
si nos da la gana,
que podemos hacerlo todo del revés
y comenzar por reír en los finales más tristes.
La poesía vale la libertad
(que nunca ha tenido valor
por mucho que se hayan empeñado).
Decidme,
¿cuántas cosas incalculables están en vuestras manos?
Devoro poesía
porque me muero de hambre con la realidad.
Y porque no quiero esta mierda de mundo igual
cuando me levante mañana.
Me alimento de libros y de letras
que me ponen a dieta
de todo
menos de verdad
y de sueños.
La poesía puede
no valer nada,
es cierto,pero es la nada más llena de todo
que conoceréis nunca.
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Lo que se pierde en bolsillos agujereados.
¡Genial!
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