color verano.
Era larga,
rubia,
con prisas
a destiempo.
Llevó vestidos,
tacones y pendientes.
Y unos ojos relucientes
con raya negra haciéndoles sombra.
El mundo se paraba
para verla pasar,
con esa forma de andar
de la que tiene 15 años.
Y todos la admiraron por fuera,
sin saber qué tenía dentro.
Una confianza
desdibujada,
unos pasos tan
firmescomo temblorosos.
Lágrimas en los ojos
de las que caen para dentro.
Y un día,
cuando nadie
miraba al cielo,resurgió de su primavera dormida
y se encaramó a la orilla del miedo.
Y apareció con más color
y con menos pelo.
Con una sonrisa nunca vista antes
y unos pies que no andaban sobre el suelo.
El mundo se
paró
criticando su
descaro.Pero ella,
que sostenía un trozo de vida en cada mano,
les giró la cara sonriendo.
Y ahora mírala,
tiene la cabeza tan rapada de penas
como el corazón.
Y no hay ninguna razón
para dejarse el pelo largo de nuevo.
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Lo que se pierde en bolsillos agujereados.
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