entre la herida de ayer
y la que viene hoy.
En esta cárcel donde la piel
se hace barrote,
donde todas las ventanas
pierden el norte
y no hay pájaros en el alféizar
que canten de madrugada.
No me esperes,
en el hueco que dejascuando te marchas;
entre tus golpes
y mis lágrimas,
y mis ojos color triste.
Hoy me miré al espejo,
con el cuerpo fríoy la sangre caliente;
contando arrugas en la frente
y todas hablaban mal de ti.
Me despedí,
de tus manos asesinas
que quieren
cuando lastiman,
de tu amor enfermizo
y de tus días nublados.
Mis cicatrices se han rebelado,
escupen tu nombrey se cosen con los golpes
que nunca dejaste de dar.
Tienen fuerza para sembrar
flores en el desierto.
Hoy podría haber muerto,
y sin embargo me beberé las calles.Cantaré desafinada,
me quitaré el veneno de dentro.
Y tu único recuerdo,
de mí,
será el de ese golpe certero
que tantas veces temí,
y que nunca llegaste a darme.
Lo que se pierde en bolsillos agujereados.
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